Yin. Yin. ¡Yin!.....El nombre aullaba en su cabeza, chirriando como cadenas arrastrándose por el suelo, quemaba en su cabeza como una hoguera. El cuerpo se levantó en la celda. Golpeó la pared y reaccionó. Miró a su alrededor, el suelo era frío, algo goteaba del techo, agua, decidió. Se acercó a la reja, uno de sus pies no tocó el suelo, se arrastró fuera del agujero, lo que goteaba del suelo no era agua, el agua no derretía el suelo. Un leve olor a azufre le llegó. Ácido. Estaba bajo un depósito de ácido sulfúrico. Se alejó a gatas del agujero, golpeó la reja con la espalda, un sonido metálico resonó en su celda, se extendió por el pasillo. En frente de su prisión, pasando el pasillo, había otro cubículo, una silueta se recortaba en aquel. La esperanza sustituyó al miedo, el otro prisionero podría saber donde estaban.
--¡Eh! ¡Soy un prisionero como tú!—Una risa escalofriante llenó la sala, acabando en tos.
--Tu no eres como yo.—La voz era aguda, chirriante, hiriente. Aquella voz que atribuirías a Jack el destripador.
--También estoy prisionero.
--Yo no. Puedo escapar si quiero. Ya soy uno de ellos.—La risa volvió a inundar la sala, el prisionero sintió escalofríos.
--¿Uno de ellos?
--Un....—escuchó esa risa escalofriante en su oído, el aliento era frío, como témpanos de hielo. El prisionero se giró, una sombra oscura, oscura como los ojos de una hurí estaba allí, en su espalda. Una luz se encendió en el cuarto, una bombilla brilló. Frente a él, había una figura encapuchada, fibras de pelo rojo se escapaban de la capucha, era un rojo sangre, como si sus venas se extendiesen a su cabello y saliesen fuera de su cuerpo.—Parece que es hora de volver a mi casa. Pronto entenderás y desearas no haber sobrevivido a la caza.
--¡Eh! ¡Soy un prisionero como tú!—Una risa escalofriante llenó la sala, acabando en tos.
--Tu no eres como yo.—La voz era aguda, chirriante, hiriente. Aquella voz que atribuirías a Jack el destripador.
--También estoy prisionero.
--Yo no. Puedo escapar si quiero. Ya soy uno de ellos.—La risa volvió a inundar la sala, el prisionero sintió escalofríos.
--¿Uno de ellos?
--Un....—escuchó esa risa escalofriante en su oído, el aliento era frío, como témpanos de hielo. El prisionero se giró, una sombra oscura, oscura como los ojos de una hurí estaba allí, en su espalda. Una luz se encendió en el cuarto, una bombilla brilló. Frente a él, había una figura encapuchada, fibras de pelo rojo se escapaban de la capucha, era un rojo sangre, como si sus venas se extendiesen a su cabello y saliesen fuera de su cuerpo.—Parece que es hora de volver a mi casa. Pronto entenderás y desearas no haber sobrevivido a la caza.
La luz se apagó, cuando se volvió a encender, apenas un segundo después, la sombra ya había desaparecido, se encontraba en el otro cubíl, su risa llenó la sala. Unos pasos se escucharon en el pasillo. El prisionero se sentó frente a las rejas, devastado, esperando por aquella figura que podría significar su salvación o el deseo de una muerte pronta.
